Comer es imprescindible para vivir. La trascendencia del alimento en la vida cotidiana conlleva como consecuencia natural un profundo efecto en nuestro entorno: en el paisaje del medio rural, en la pervivencia de las tradiciones y en la biodiversidad de la Tierra. No se puede ignorar la íntima conexión entre el plato y el planeta.

Fundada en Italia en 1986, Slow Food se convirtió en 1989 en una organización internacional sin ánimo de lucro que actualmente agrupa a cerca de 1.000 “Convivia” o asociaciones, formando una vasta red de casi 100.000 asociados en todo el mundo.

La sede central de Slow Food está ubicada en Bra (Italia). Slow Food opera tanto a nivel local como con organismos internacionales, entre ellos la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Ha establecido vínculos de amistad con gobiernos de todo el mundo, asesorado al Ministro de Agricultura italiano, trabajado con el alcalde de Nueva York y colaborado con el gobierno brasileño.

Misión

Slow Food desempeña un papel activo en la alimentación y su relación con la sociedad, la agricultura y el medio ambiente, vinculando placer y alimento de forma consciente y responsable. Las actividades de la Asociación reivindican y ejercen la defensa de la biodiversidad en nuestras reservas alimentarias, la difusión de la educación del gusto y el encuentro entre productores de alimentos distinguidos y los consumidores.

Defensa de la Biodiversidad

Slow Food centra buena parte de sus esfuerzos en salvaguardar los innumerables alimentos o razas animales tradicionales que están desapareciendo por culpa de la uniformidad alimentaria y del agronegocio. Por medio de los proyectos Arca del Gusto y Baluartes (sostenidos por la Fundación Slow Food por la Biodiversidad). del Galardón Slow Food por la Biodiversidad y de Terra Madre, Slow Food persevera en la protección de nuestro inestimable patrimonio alimentario.

Educación del Gusto

El objetivo de las iniciativas de educación del gusto de Slow Food consiste en explorar, cuestionar y experimentar los placeres del gusto, y en su difusión a través de las actividades de los Convivia, Talleres del Gusto, Slow Food en las Escuelas y la Universidad de Ciencias Gastronómicas.

Encuentros entre Productores y Consumidores

Slow Food organiza ferias, eventos y mercados agrícolas para exponer productos de excelente calidad. Además del enorme festival internacional de la alimentación Salone del Gusto, que se celebra bienalmente en Turín, cabe reseñar otros eventos como Urban Harvest (Cosecha Urbana), Cheese (Quesos), Slow Fish (Pesca Slow), Deutscher Käsemarkt (Mercado Alemán del Queso) o Aux Origines du Goût (Los Orígenes del Gusto).

Manifiesto

Nuestro siglo, que se inició y se ha desarrollado bajo el estandarte de la civilización industrial, inventó primero la máquina y después la convirtió en su modelo de vida.

Estamos esclavizados por la velocidad y todos sucumbimos a un mismo virus maligno: “Fast Life”, la vida rápida, que trastorna nuestros hábitos, viola la privacidad de nuestros domicilios y nos fuerza a comer “Fast Foods”, comidas rápidas.

Para ser digno de su nombre, el homo sapiens debe liberarse de la velocidad antes de que esta le degrade a la categoría de especie en peligro de extinción.

Unas dosis adecuadas de genuino placer sensorial y de disfrute lento y prolongado nos pueden proteger del contagio de las multitudes que confunden el delirio con la eficiencia.

Nuestra defensa debe comenzar en la mesa con Slow Food, redescubriendo los aromas y sabores de la cocina regional y rechazando los efectos denigrantes de la “Fast Food”.

La realidad cultural consiste en desarrollar el gusto, no en degradarlo.