Burgos se suma al movimiento Slow Food, que reivindica una gastronomía responsable se podía leer en la prensa local (Diario de Burgos) de Burgos el día 16 de abril, un día después de que algunos miembros del Convivium Araba-Álava nos desplazáramos hasta esta localidad a petición de un grupo de personas convencidas de la necesidad de una vuelta a las tradiciones culinarias locales basadas en productos de la tierra. Hasta este momento, sus miembros están dispersos en otros Convivia, principalmente en el País Vasco, pero ahora su punto de referencia es el restaurante La Vianda, en la avenida de la Paz, cuya responsable, María Eugenia Díaz, preside la sede local que ayer se presentó al público.
En el restaurante fuimos recibidos por Mª Eugenia Díaz, cocinera y propietaria junto a su marido Juan Manzano, también cocinero. Equipo que se formó en la Gipuzkoana escuela de hotelería de “Luis Irizar”.
Un excelente, bien elaborado y bien presentado menú sirvió como excusa para conocer al grupo fuerte que se pondrá a la cabeza de este incipiente Convivium. Además de Maria Eugenia nos acompañó en este almuerzo, Susana (promotora de la venta de de productos ecológicos) Javier Manso, Librero, horticultor aficionado y gran conocedor del mundo de la apicultura, Jesús Moreno productor de miel, Eduardo Urarte y Apicius de Slow Food Araba.
Pronto nos dimos cuenta de la ilusión que emanaba este grupo por acoger y trabajar por la filosofía Slow Food.
Después del almuerzo teníamos la cita para presentar en sociedad la filosofía y la intención de este grupo de ponerse a trabajar por mismo.
Poco a poco se fue llenando el aforo de este bonito restaurante. Entre ese público se encontraban cocineros, restauradores, productores del Valle de las Caderechas, sumilleres, enólogos, que entendiendo que esta filosofía no sólo atañe al consumidor que se preocupa por su nutrición, sino también a quien cultiva la tierra y a quién cocina sus productos para servirlos después en una mesa con el objetivo primordial que los alimentos de calidad de Burgos lleguen directamente a la hostelería local.
De todos es también sabido que este movimiento da la «debida importancia» al placer vinculado al alimento aprendiendo a disfrutar de los sabores, a reconocer la variedad de los lugares de producción y a respetar el ritmo de las estaciones del año, defendiendo no sólo ecológico y lo natural, que también, sino el hecho de que no se pierdan las costumbres de un lugar y sus tradiciones para que los pueblos mantengan su población y gestión del territorio, tan importante, en estos tiempos según explico en su exposición Alberto López de Ipiña, Consejero Internacional de Slow Food.
Además de la filosofía general y objetivos de Slow Food, un tema que le gustó fue el de las Comunidades del Alimento expuesto estupendamente por Eduardo Urarte, quien además diserto de la diversidad alimentaria en el mundo.
La conferencia se alargó agradablemente por las preguntas que los asistentes realizaron para clarificar dudas y sobre todo interesándose por diversos extremos sobre el funcionamiento de un Convivium, a las que tanto Eduardo, Apicius y Alberto fueron contestando.
Una estupenda Jornada de la que seguro, próximamente veremos sus frutos.