La XX edición de la Feria de la Patata de Valdegovía, tuvo lugar el pasado 12 de febrero de 2012, en la localidad de Villanueva de Valdegovía; la fría mañana del domingo no animaba mucho a desplazarse a esta localidad para comprobar la salud de uno de nuestros productos estrella.
Si ha habido un cultivo por excelencia, en el pasado siglo, en el Territorio de Álava, ese ha sido sin ninguna duda del cultivo de la patata, no en vano nos conocen a los habitantes del mismo con el apelativo de “patateros”.
Si bien es cierto que la patata llega a la península en el siglo XVI, no es menos cierto, que las consiguientes dificultades de adaptación a las condiciones climatológicas y a las costumbres y prejuicios agrícolas y religiosos de la época dilataron la generalización de su cultivo y consumo.
Es a principios del siglo XIX, por necesidades imperiosas de llenar los epigastrios desnutridos en las épocas de hambruna, cuando se empieza a difundir su producción y consumo, tanto es así que en 1817 la Diputación Foral de Álava, máxima Institución del Territorio, acuerda la obligatoriedad de su cultivo.
En 1933 nace la Estación de Mejora de la patata de Álava, cuyo objetivo primordial fue la selección de variedades mejor adaptadas a la agroclimática alavesa evitando la dependencia de variedades extranjeras y el consiguiente pago de cánones.
En Álava, desde los inicios, el cultivo de la patata experimentó un importante auge siendo el cultivo más rentable de la economía agraria del Territorio. Se especializó, sobre todo, en la patata de siembra, llegando a producir más del 50% de la producción estatal.
Hoy la situación es totalmente distinta, la producción de patata alavesa se encuentra en horas bajas. Son muchos los factores que pueden explicar este declive:
- La globalización de los mercados agrarios europeos
- Oscilaciones de precios y reducciones drásticas de superficies han dado lugar a una profunda crisis y al desánimo en el sector
- La avanzada edad de muchos de quienes se dedican a este cultivo y que, por fuerza mayor, han ido dejándolo sin tener un relevo generacional interesado en coger la azada y el tractor
- El marketing que rodea a este producto en las estanterías de los grandes centros comerciales. Hoy tenemos un consumidor engañado por un tipo de stand en el que no se invita a comprar un producto de calidad, donde se valore su aspecto culinario, su sabor, su producción ligada a la tierra, su respeto ambiental, su trazabilidad, sino que solo se fomenta una calidad visual
Por eso es tan importante este tipo de ferias, donde a pesar de la climatología alrededor de 5.000 visitantes homenajearon este rico manjar y que pudieron adquirir este producto al irrisorio precio 8 y 6 euros los 25 kg., osea a 24 céntimos de euro el kilo. 30 000 kilogramos se pusieron a disposición del público asistente, de las variedades kennebec, monalisa, agria y spunta preferentemente. También Slow Food Araba-Álava estuvo participando en la Feria; nada más desembarcar en Villanueva sus miembros se dirigieron al encuentro con la empresa pública Neiker-Tecnalia donde sus técnicas presentaron proyectos sobre la evaluación agronómica de la variedad, la creación de nuevas variedades, sus clones y la selección de semillas.
Diversas actividades dieron calor a la gélida jornada, como el Taller de Labores, donde los lugareños daban muestra de su habilidad haciendo encaje de bolillos junto al Ayuntamiento. El deporte rural, la música y las txoznas fueron el entretenimiento a la espera de degustar las 1500 raciones de patatas con Txitxikis que afanosamente preparaban los cocineros de la Federación de Sociedades Gastronómicas de Álava, Boilur, dirigidos por José Antonio Arberas.
También tenemos que resaltar el caluroso homenaje que recibieron Jose María Beltrán de Salazar, primer Alcalde de la democracia en este Ayuntamiento y Jesús Pérez de Viñaspre, querido médico rural desde 1974.
En el mercado de productos locales pudimos ver la oferta de pan, queso, alubias, garbanzos, miel, etc. El frío desanimó a los niños que cambiaron los talleres infantiles por la oferta más lúdica de los castillos inchables, a pesar de la inclemencia del tiempo algunos tuvieron la osadia de sentarse a la intemperie.
Complementando la jornada de la Trufa, a la que asistimos el pasado 29 de enero en Pobes, nos dirigimos a la localidad de Maeztu, donde, en el restaurante Izki, en que Koldo García e Inmaculada Martínez de la Hidalga al frente de los fogones nos dieron una verdadera lección de las posibilidades que, el todavía desconocido producto de la trufa, puede tener en infinidad de platos; a modo de degustación comentada fueron apareciendo una crema de alubia blanca de la montaña trufada, capricho de berenjena con arroz cremoso trufado y ligera de bechamel trufada, solomillo ibérico relleno de paté y hongos trufados sobre salsa de foie y oporto trufada con fritada caramelizada, para finalizar con un flan de naranja trufada con huevos a la trufa. Los asistentes pudieron apreciar la cantidad de recursos que tiene este hongo y dismitificar la creencia de que es un producto caro y para sibaritas ya que se puede utilizar en cualquier plato de consumo habitual y en cantidades tan pequeñas que no resulta ningún dispendio y sin embargo enriquece notablemente el plato; también tuvimos la ocasión de colaborar con la revista comarcal de la zona, Mendi, realizando en una entrevista una valoración del encuentro y de este producto en auge, no sólo en nuestro Territorio, sino en todo el Estado y que se puede convertir en una importante fuente de ingresos para nuestro entorno rural.