Vamos creciendo, otro centro escolar que ha sido permeable a una educación integrada donde el medio ambiente, nuestra tierra, la huerta y nuestra alimentación tiene que ocupar el lugar que le corresponde; como sabemos la dieta actual de los niños europeos produce efectos nocivos en su salud y es objeto de grandes preocupaciones. Europa está afrontando una epidemia de obesidad: la mitad de su población adulta y el 20% de los niños tienen sobrepeso, y el número de niños obesos aumenta en 400 000 unidades cada año. La nutrición excesiva parece que agrava algunas enfermedades muy comunes como la diabetes, el cáncer y las cardiopatías.
Por otra parte, la malnutrición infantil se ha duplicado y la anemia entre los niños en edad preescolar representa un nuevo desafío a afrontar en Europa. En otros países, sobre todo en la Europa del Este se ven afectados por una alimentación insuficiente y la obesidad.
El sistema alimentario moderno influencia los modelos de consumo, produciendo, por ejemplo, un más alto consumo de platos preparados y una mayor asistencia a las cadenas de fast food. La globalización reduce drásticamente la posibilidad de aprovisionarse de alimentos locales, y la velocidad de nuestra vida impide un conocimiento más profundo del mundo que nos rodea.
Desafortunadamente, esta tendencia parece aumentar en las jóvenes generaciones, entre las cuales el consumo de alimentos poco saludables y la reducción de la actividad física son tendencias cada vez más recurrentes. Los jóvenes, además, corren el riesgo de perder el contacto con el campo y las estaciones del año, y de no comprender el significado real del acto de comer.
Optar por un estilo de vida más sano es fundamental para reducir los problemas de salud, vinculados a dietas desequilibradas, y sus costes públicos. Este factor podría contribuir a mejorar la economía local y la sostenibilidad ambiental.
Como no nos cansamos de repetir desde nuestra organización la alimentación buena significa placer y una mejor calidad de vida para nuestras sociedades. Por eso, las instituciones y las escuelas tienen una doble responsabilidad en la tarea de mejorar los hábitos alimentarios: suministrar educación alimentaria y del gusto a los jóvenes europeos y sostener la agricultura de pequeña escala. Slow Food considera que sólo un enfoque integrado, que incluya a todos los sectores relevantes de la cadena (agricultura, planificación urbana, educación), será eficaz para mejorar y restablecer un equilibrio más sano.
En este marco, el 21 de junio de 2011, organizamos, en el colegio Ramón Bajo dos talleres de cocina con productos ecológicos; La actividad, básicamente consistió en la preparación de las verduras ecológicas, mientras el otro grupo laboraba en el huerto ecológico que el Ramón Bajo ha puesto en marcha con diversas mesas de cultivo.
Estas verduras fueron lavadas, troceadas, manipuladas y cocinadas por los propios alumnos ayudados por el equipo de Slow Food Araba-Álava que fueron contestando cuantas preguntas y dudas fueron surgiendo a lo largo de la actividad; sobre todo métodos de plantación, de recolección, inquietudes por la estacionalidad de las especies, por las maneras saludables de cocción, etc.
Como hemos comentado en más de una ocasión es sorprendente descubrir, por un lado, la falta de conocimientos que rodea a nuestras jóvenes generaciones en estas materias, junto a la ansiedad demostrada por aprender sobre estos temas y finalmente la satisfacción demostrada al ingerir el maravilloso plato de pasta ecológica que ellos mismos elaboraron.
Enhorabuena, de nuevo, a este centro escolar, a su profesorado y al equipo de Slow Food liderado por Maite González.