Bioaraba, en su sexta edición, ha reunido nuevamente a numerosos productoras y productores y expositores de toda índole con un denominador común “LA SOSTENIBILIDAD”.
Un evento dirigido a todos los públicos que, según sus promotores, ha pretendido mostrar las alternativas que se nos ofrecen para una vida más saludable con productos de nuestro entorno y procedentes de todos los sectores. Un punto de encuentro entre expositores, productores, comerciantes, distribuidores, visitantes, consumidores de productos ecológicos, Instituciones, asociaciones y público en general. Han contado con asociaciones de consumo y promoción responsable como Slow Food, empresas dedicadas a la alimentación, cosmética, ropa, calzado, transporte, energías renovables, terapias de salud, etc.
Vitoria-Gasteiz es una ciudad donde sus habitantes se encuentran cada vez más concienciados con una forma de vida ecológica, saludable y respetuosa con el medio ambiente. Vitoria-Gasteiz sigue avanzando en su lucha por la sostenibilidad por lo que es un punto de encuentro referente sin duda para acoger a BIOARABA.
Los objetivos, compartidos con Slow Food Araba han sido concienciar al visitante sobre la importancia de introducir el concepto de la sostenibilidad en su día a día, ofrecer al ciudadano de Vitoria-Gasteiz la posibilidad de conocer productos ecológicos de diferentes sectores, fomentar el uso de los productos ecológicos, sensibilizar a los niños para que adopten hábitos y estilos de vida saludables, atraer público de otros Territorios Históricos y contribuir a la conservación y el cuidado del planeta y sus recursos naturales.
Este año y bajo el lema “Por la nueva alimentación Responsable”, continuamos difundiendo nuestra filosofía del “Menú por el cambio”, “la agricultura regenerativa” y la incidencia que tienen en la supervivencia del planeta
El cambio climático y la comida
En los últimos cien años hemos asistido a un aumento global de la temperatura media de la superficie terrestre de 0,85° C. El periodo comprendido entre 1995 y 2006 ha sido el más cálido que se ha registrado nunca desde que se comenzaron a tomar mediciones en 1850.
Está aumentando la temperatura de los océanos y el nivel del mar, se está calentando el Ártico a ritmos vertiginosos, se están acidificando los océanos, aumentan los eventos climáticos extremos y las transformaciones de los alimentos vitales para las especies vegetales y animales.
Según los escenarios futuros previstos por los climatólogos (IPCC) y considerados durante la Cumbre del Clima de París, si no se toman medidas para reducir las emisiones globales, hacia el año 2100 la temperatura terrestre podría aumentar unos 4° C, algo que pondría en grave peligro la producción alimentaria.
Las precipitaciones se volverán cada vez más intensas y relativamente menos frecuentes, y habrá un fuerte aumento de eventos extremos.
Mil millones de personas se quedarán sin agua, dos mil millones sufrirán hambre, la producción de maíz, arroz y trigo se desplomará en un 2 % cada 10 años.
Además, alrededor de 187 millones de personas se verán obligadas a abandonar sus casas para huir de territorios sumergidos bajo el agua (los gastos necesarios para hacer frente el problema del avance de los océanos se han calculado entorno al 9 % del PIB mundial).
La comida está estrechamente ligada a las condiciones ambientales; la producción, el almacenamiento, la distribución y los mercados son, por consiguiente, sensibles a las condiciones meteorológicas extremas y a las fluctuaciones climáticas. La producción alimentaria y su calidad son también sensibles a la calidad del suelo y de las aguas, a la presencia de parásitos y enfermedades y a otras condiciones biofísicas.
En el futuro, los rendimientos medios globales de los cultivos agrícolas disminuirán en un 2 %, variando según las regiones, mientras que la demanda de alimentos crecerá en un 14 % por década. Los tres cultivos alimentarios principales (arroz, maíz y trigo), que aportan el 60 % de las calorías consumidas a nivel mundial, seguirán disminuyendo en el futuro. Solo la reducción de los rendimientos del arroz en las zonas tropicales será compensada, y de forma parcial, por el aumento en otras zonas.
Millones de personas migrarán desde zonas más áridas a zonas más fértiles. Según la Organización Internacional para las Migraciones, entre 25 y mil millones de personas podrían verse empujadas a la migración durante los próximos 40 años.
El compromiso de nuestro movimiento: un nuevo modelo de agricultura
En la base de los proyectos realizados por Slow Food figura la promoción y la divulgación de la agroecología, un recurso fundamental para hacer frente al cambio climático. A diferencia de la agricultura convencional, que se concentra en la difusión de prácticas y tecnologías uniformes, independientemente de los contextos agrícolas en los que se aplica, y cuyo objetivo es maximizar el rendimiento gracias al uso de productos químicos, de una intensa mecanización, de semillas seleccionadas y de monocultivos, la agroecología se basa en el respeto por la biodiversidad, en el reciclaje de los nutrientes, en la sinergia y la interacción entre cultivos, ganadería y suelo. La agroecología recicla biomasa a través de la producción de compost (en lugar de los fertilizantes sintéticos) y aplica técnicas de cultivo como el abono verde aumentando así la fertilidad de los suelos y, por tanto, la capacidad natural de desarrollar el rendimiento más alto sin productos químicos; se preocupa por mantener el equilibrio de los insectos útiles reduciendo al mínimo posible el uso de agrofármacos para proteger los cultivos; utiliza de manera eficaz el agua, las energías renovables, para reducir el consumo hídrico y el uso de energías fósiles; da valor a la biodiversidad vegetal, animal y microbiana y la protege, conservando un patrimonio genético indispensable para garantizar la adaptación a los distintos climas y territorios y una reserva de diversidad indispensable para combatir nuevas enfermedades y favorecer la adaptación a nuevas situaciones ambientales provocadas por el cambio climático. Valora además los conocimientos agrícolas tradicionales, promueve sistemas participativos y solidarios mediante la creación de redes de campesinos; estimula la cohesión social entre los productores y el sentido de pertenencia, reduciendo los fenómenos de abandono de tierras y de la migración.
Los suelos cultivados según principios agroecológicos son fértiles, ricos en materia orgánica (carbono), son menos vulnerables a la erosión y a la desertificación y mantienen los servicios vitales de los ecosistemas.
Un ejemplo de productor responsable es Javier Chaves que con su proyecto en Basaldea y incansable tesón por poner en marcha el “Regreso a la Tierra” está demostrando que otra agricultura es posible.
Como actividades paralelas se han desarrollado diversos actos como exhibiciones gastronómicas de cocina sana, económica y responsable, demostraciones de cocina con productos ecológicos de la zona, así como una presentación de productos alaveses a cargo de Slow Food Araba-Álava con un Laboratorio del Gusto en el que estuvieron presentes Maite González elaborando un pastel de verduras ecológicas, Javier Chaves presentando su proyecto y las jornadas que con ocasión de TERA MADRE DAY y la celebración del TREINTA ANIVERSARIO DEL MANIFIESTO SLOW FOOD, tendrán lugar en el Centro Cívico de Zabalgana los próximos 10 y 12 de diciembre.
Jose Antonio Arberas se encargó de dirigir el Laboratorio e introducir a los asistentes en la filosofía y objetivos de nuestra organización. Mientras Claudio y Marifeli se encargaban de preparar los pinchos con productos locales que alabaron cuantos se acercaron a participar en este encuentro (pastel de Verduras de Basaldea, alubia ecológica de la Montaña Alavesa, tomate ecológico deshidratado con crema de queso y todo ello aderezado con sal de Salinas de Añana y aceite Arróniz de Rioja Alavesa).
Una vez más gracias a todas y todos los miembros de nuestra organización que hicieron posible el Laboratorio y difundir un poco más nuestra manera de ver la alimentación.