Como en otras ocasiones Slow Food Araba-Álava dispuso de un stand diferenciado, en el Mercado de la Almendra, que se celebra los primeros sábados de cada mes en Vitoria-Gasteiz, con el objetivo de valorizar los productos alaveses de calidad así como el trabajo de nuestras productoras y productores. Para el 3 del pasado agosto, elegimos al néctar de Aiala, Arabako Txakolina.
El txakolí es un vino especial vinculado desde siempre al pueblo vasco y ligado fundamentalmente hasta no hace mucho a la costa. Así cuenta con una gran tradición en Guipúzcoa, Bizkaia y la Comarca alavesa de Ayala.
Actualmente el viñedo de txakolí está implantado en los tres territorios históricos, aunque con escasa significación cuantitativa en relación con el vino de la Rioja Alavesa. Concretamente, el viñedo productivo de txakolí abarca un total de 700 Has., de las que aproximadamente 150 corresponden a la D.O. Arabako Txakolina. Según el doctor Juan Uruñuela el significado de “txakolí” tal y como lo conocemos hoy en día es “vino de caserío” o “vino que se hace en el caserío” que se deriva del euskera “etxakoa” (el hecho en casa) y su evolución a “etxakon” que viene a significar convecino de la casa, para llegar a la palabra “txakon”, y finalmente “txacolin” o “chacolín”.
El Txakolí en Álava
Los primeros testimonios escritos hallados muestran que ya en el siglo IX la producción de txakoli en Álava era práctica común y generalizada entre los agricultores en el Valle de Ayala particularmente en Amurrio, Llodio y Ayala. En el cartulario de Valpuesta aparece una referencia en el año 864 de viñas en Retes de Tudela (Artziniega) bajo el reinado del rey asturiano Ordoño I, también en el cartulario de San Millán de la Cogolla, aparecen referencias escritas de que en el año 964 se cultivaban en la Tierra de Ayala vides para la elaboración de vino, y concretamente hay fechada una donación de viñedos al desaparecido monasterio de san Víctor del barrio de Gardea en Llodio.
En los siglos XIII, XIV y XV la plantación de viñedo de txakolí se extendía por toda la geografía de la Comarca de Ayala al amparo de unas ordenanzas fuertemente proteccionistas, que impedían la entrada de vino de fuera hasta que no se hubiera consumido el propio. Así podemos encontrar en el archivo de Arespalditza lo que es la primera aparición de la palabra chacolín en archivos municipales del País Vasco el 1 de noviembre de 1623.
En siglo XVIII, el ingeniero de minas William Bowles publicó la “Introducción a la Historia Natural y la Geografía Física de España” (1775) en dos de cuyas páginas habla de los viñedos y del txakoli en el Valle de Ayala. Joaquín José de Landazuri y Romarate (1730-1805) habla en 1798 de “un vino de muy buena calidad que llaman chacolí” en referencia a Artziniega. Curiosa la cita del periodista, escritor y viajero Joan Mañé i Flaquer quien en 1879 publica haciendo referencia a Llodio como villa vizcaína que”.el chacolí (vino del país) que se produce en Llodio es el más estimado de Vizcaya” (sic).
También Benito Pérez Galdós en su novela Vergara de la serie Episodios Nacionales, hace referencia al txakolí de Amurrio en 1889.
Esta situación de importancia del viñedo de txakoli en Ayala cambió radicalmente a principios del siglo XX al producirse una regresión importantísima que causó la desaparición casi completa de la vid. En 1877 se había llegado a las 550 Ha., pero sucesivas plagas de oídio, filoxera y mildiu mermaron la plantación lo que unido a otros factores, como la industrialización, la ganadería y los cambios en los gustos de los consumidores, hicieron que en Ayala el cultivo de las viñas y producción de txakoli prácticamente desapareciera, a excepción del elaborado por los fundadores de la Asociación Alavesa de Productores Artesanos de Txakoli- Arabako Txakolina Elkartea, entre los que cabe destacar a Celedonio Campo de Kostera en Aiara, Matías Camino de Llodio, Txomin Solaun, Eugenio Álava, Ramón Martínez, de Amurrio…, y tantos otros quienes habían conservado y desarrollado una tradición centenaria más por afición y deseo de mantener las costumbres heredadas de sus mayores que por el rendimiento económico que obtenían y que mantuvieron viva la llama del txakolí en la Comarca de Ayala, impulsores de la propia Asociación y de la génesis de lo que acabaría siendo la Denominación de Origen Arabako Txakolina-Txakoli de Álava.
En el primer cuarto del siglo XX la extensión de la plantación de viñedo había ya descendido a 93 Has. y en el momento de la fundación de la Asociación (1988) no alcanzaba las 5 Has. Además, la plantación se encontraba muy dispersa y las variedades de uva no eran en todos los casos las más adecuadas para la elaboración de txakolí. Por otro lado, no existía un criterio común en cuanto al proceso de elaboración, cada productor contaba con sus particulares medios y métodos, lo que daba como resultado una heterogeneidad en el resultado no justificada desde el punto de vista técnico.
(Los datos históricos han sido contrastados y recopilados del libro El Txakolí en Álava/Arabako Txakolina autores: Juanjo Hidalgo Y José Miguel Llano 2007 y con la inestimable colaboración de D. Salvador Velilla Córdoba. Amurrio 2003).
La Denominación de Origen se circunscribe geográficamente a la Comarca de Ayala, que está compuesta por cinco municipios: Aiara, Artziniega, Amurrio, Laudio y Okondo. Dicha comarca se sitúa en la zona septentrional de Álava, a cuyo clima atlántico se adaptan perfectamente las variedades de vid autóctonas seleccionadas como la “Hondarribi Zuri “ y la “Hondarribi Beltza”, que son las variedades principales. Un suficiente tiempo de insolación y las moderadas lluvias hacen que la uva se recolecte con una graduación entorno a los 12º, siempre que se supere el temido riesgo de las heladas en primavera, que acechan sobre todo a las plantaciones situadas bajo las laderas de la Sierra Salvada.
Una de las bodegas de nuestra Denominación es Beldio de Laudio que nos trajo excelente néctar cosecha del 2018.
Esta cosecha fue «una buena añada». La cosecha se presentó complicada por los continuos brotes de mildiu, «una plaga endémica que ese año se desarrolló de manera tal que no habíamos visto con anterioridad», y de botrytis, que les han obligó a estar al pie de las viñas durante todo el verano aplicando tratamientos para atajar su extensión. Se recogieron 500.000 kilos de uva que entraro en bodegas frente a los 382.000 del año 2017. Al final la cosecha de 2018 superó las expectativas que tenían, ya que la primavera fue especialmente complicada con fuertes lluvias y granizadas, que provocaron pérdidas importantes en algunas fincas.
Mientras los primeros visitantes a llegaban a nuestro estand, Gaspar se afanaba para hacer cucuruchos de Artzai-Gazta que acompañaran a este exclusivo vino.