Desde hace un lustro Llanada Alavesa organiza una feria agrícola y social que sirve de punto de encuentro de los nueve muncipios de esta cuadrilla alavesa. V. Lautada eguna organizado por la Asociación de Desarrollo Rural Lautada. Ademas desde hace dos años es la guinda del pastel de la Semana del Desarrollo Rural de Llanada Alavesa.
Este encuentro nace como objetivos de poner en valor aspectos culturales, gastronómicos, turísticos, sociales, etc. de la Comarca de la Llanada Alavesa tanto para nuestros propios vecinos como para la gente de otros municipios y comarcas.
El citado encuentro se celebró en esta ocasión en Zalduendo Bajo el lema de Lautadaren taupada!, la jornada, estuvo constituida por una muestra de productos locales de la Llanada Alavesa, una marcha de Nordic Walking, un taller de graffiti, un encuentro de coros comarcales y por parte de Slow Food de una degustación de producto local y un taller para niños y niñas de verduras ecológicas cocinadas a la plancha.
Todos estos encuentros son importantísimos para poner en valor la importancia de l@s productor@s responsables.
En los últimos cien años hemos asistido a un aumento global de la temperatura media de la superficie terrestre de 0,85°C. El periodo comprendido entre 1995 y 2006 ha sido el más cálido que se ha registrado nunca desde que se comenzaron a tomar mediciones en 1850.
Está aumentando la temperatura de los océanos y el nivel del mar, se está calentan- do el Ártico a ritmos vertiginosos, se están acidificando los océanos, aumentan los eventos climáticos extremos y las transformaciones de los alimentos vitales para las especies vegetales y animales.
Según los escenarios futuros previstos por los climatólogos (IPCC) y considerados durante la Cumbre del Clima de París, si no se toman medidas para reducir las emisiones globales, hacia el año 2100 la temperatura terrestre podría aumentar unos 4° C, algo que pondría en grave peligro la producción alimentaria.
Las precipitaciones se volverán cada vez más intensas y relativamente menos frecuentes, y habrá un fuerte aumento de eventos extremos. Mil millones de personas se quedarán sin agua, dos mil millones sufrirán hambre, la producción de maíz, arroz y trigo se desplomará en un 2 % cada 10 años.
Además, alrededor de 187 millones de personas se verán obligadas a abandonar sus casas para huir de territorios sumergidos bajo el agua (los gastos necesarios para hacer frente el problema del avance de los océanos se han calculado entorno al 9 % del PIB mundial).
El Quinto Informe del IPCC indica que el impacto del cambio sobre la seguridad alimentaria, sobre la nutrición, sobre los medios de subsistencia, será peor de lo que se estimaba anteriormente y las consecuencias se percibirán mucho antes, durante los próximos 20-30 años.
Los investigadores coinciden en que si el calentamiento se estabiliza en una marca de +2°C, un escenario que aun así conllevaría efectos negativos, todavía sería “aceptable” para nosotros y las futuras generaciones.
La producción alimentaria es una de las principales responsables y a la vez víctimas del calentamiento global.
La comida está estrechamente ligada a las condiciones ambientales; la producción, el almacenamiento, la distribución y los mercados son, por consiguiente, sensibles a las condiciones meteorológicas extremas y a las fluctuaciones climáticas. La producción alimentaria y su calidad son también sensibles a la calidad del suelo y de las aguas, a la presencia de parásitos y enfermedades y a otras condiciones biofísicas.
Entre 1980 y 2008, los rendimientos agrícolas mundiales se redujeron en un 3,6 % (maíz) y en un 5,5 % (trigo), y en menor medida en el caso de la soja. Se calcula que un aumento de 1°C de la temperatura media equivale a un desplazamiento de los cultivos de 150 kilómetros al norte en latitud y de 150 metros en altitud. Actualmente ya existen viñas que producen uva para champán en Gran Bretaña. Hay una particularidad: los efectos negativos del cambio climático repercutirán en la agricultura de todo el mundo, no solo en las zonas que más lo determinan (es decir, los países más industrializados, donde se utilizan técnicas de impacto para aumentar los rendimientos), sino también en los países más pobres.
El aumento de las concentraciones de CO2 y de las temperaturas podría favorecer en teoría las producciones agrícolas en latitudes medias y altas, en particular en las regiones más lejanas del ecuador: Siberia, los países escandinavos, Groenlandia y Canadá, que verían un aumento de la producción agrícola. Los efectos positivos, como la expansión de las zonas aptas para el cultivo —sobre todo en la Rusia y en Asia Central— y el alargamiento del periodo de crecimiento de las plantas, no serán suficientes para compensar las pérdidas agrícolas, que se agravarán sobre todo en los países subtropicales.
Se prevé también que el aumento de las temperaturas y de la concentración de CO2 en la atmósfera acelerará la proliferación de malas hierbas e insectos destructores y la aparición de nuevas en fermedades.
En el futuro, los rendimientos medios globales de los cultivos agrícolas disminuirán en un 2 %, variando según las regiones, mientras que la demanda de alimentos crecerá en un 14 % por déca- da. Los tres cultivos alimentarios principales (arroz, maíz y trigo), que aportan el 60 % de las calorías con- sumidas a nivel mundial, seguirán disminuyendo en el futuro. Solo la reducción de los rendimientos del arroz en las zonas tropicales será compensada, y de forma parcial, por el aumento en otras zonas.
La variación de los rendimientos provocará un aumento de los precios de los productos de primera necesidad que conllevará una previsible agitación social, sobre todo en los países más pobres, donde la dieta básica está formada por unos pocos alimentos (fue el aumento de los precios de los cereales, así como del pan, la causa que desencadenó las primaveras árabes durante los años 2010-2011).
Un informe de Oxfam estima que —de no producirse ningún cambio sustancial— hacia el año 2030 los precios de los alimentos podrían subir alrededor de un 70-90 % y el efecto potencial del cambio climático podría subir el precio del maíz, el trigo y el arroz en un 120-180 %. Para reforzar esta tesis, durante los últimos años se han registrado tres picos de los precios de los alimentos a nivel mundial: en 2008, en 2010 y en 2012. Los tres picos se produjeron como resultado de colapsos productivos causados por condiciones climáticas extremas.
La agricultura de las regiones que actualmente son más frágiles en el plano alimentario, las de África o Asia meridional, será la que más sufrirá los efectos del cambio climático.
Las estimaciones del IPCC indican que un aumento de entre 3 °C y 5 °C de las temperaturas medias anuales del planeta podría obligar a los países en vías de desarrollo a aumentar entre un 10 y un 40 % su importación de cereales.
El número de personas que sufren hambre en todo el mundo podría aumentar en un 20 % hacia 2050, y será particularmente grave (65 %) en África Subsahariana. Los resultados positivos obtenidos durante los últimos años en la lucha contra el hambre se verán gravemente perjudicados y volveremos a una situ- ación análoga a la de las décadas pasadas.
La migración de individuos y comunidades es otro problema grave asociado con la inestabilidad del suministro de alimentos. Ellos son los «desplazados climáticos» o «refugiados climáticos», personas que abandonan sus tierras para desplazarse a zonas más acogedoras, menos expuestas a las sequías y a los extremos climáticos.
Millones de personas migrarán desde zonas más áridas a zonas más fértiles. Según la Organización Internacional para las Migraciones, entre 25 y mil millones de personas podrían verse empujadas.
Por todo ello necesitamos de productoras/es responsables que cuiden las maneras de producir y necesitamos consumidoras/es inteligentes que sepan seleccionar el alimento que entra en sus hogares.
Una vez más muchas gracias a todas las personas que colaborasteis, que estuvisteis a la altura a pesar de las inclemencias del tiempo.