Si bien es cierto que la dimensión local respeta las exigencias de los territorios, y podemos convertirnos en garantes activos de esta dimensión a través del acto de producir y seleccionar el alimento que comemos, nuestro convivium y nuestra comunidad del alimento son lugares donde practicar y actuar a fin de que la parte de sistema viviente que nos ha sido confiada, en la que estamos inmersos, funcione de manera constructiva. El cambio, en la práctica, parte a escala local, porque se supone que nosotros conocemos nuestro territorio, con sus límites y hasta sus mínimos detalles, que sabemos valorizar sus cualidades y corregir sus defectos, que lo sabemos comprender y también tenemos la posibilidad de permanecer vigilantes sobre él. La cosa más lógica que podemos hacer es apoyar y emprender prácticas de escala local. Actuar a escala local significa sobre todo construir economía local: cuidar de la propia casa, del propio territorio, fomentando procesos virtuosos o enriqueciendo los ya existentes. Se puede realizar en el ámbito de la producción de alimentos, de la distribución o de las decisiones cuando hacemos la compra. En una dimensión local es más fácil devenir coproductores. Se ayuda a los productores para que se vean gratificados, remunerados por una compensación justa, y para que sus condiciones de vida sean dignas.
Una de las formas de llevar esto a cabo es dando a conocer nuestros productos en el exterior, no tanto para propiciar su venta, que también, sino para elevar la autoestima de quien los produce y valorizar el propio producto de la manera más objetiva que proporcionan las opiniones de las gentes de fuera de nuestro Territorio.
Esta es la principal razón de que, con la colaboración de la Diputación Foral de Álava, Slow Food ha posibilitado la presentación de algunos de nuestros productos, productoras y productores en la Feria de la Alimentación y la Salud de la localidad de Balaguer en Lleida; durante los días 21 y 22 de octubre, en la citada feria y en restaurantes locales, se dieron cita nuestras patatas, vinos, txakolís, quesos, morcilla con trufa de la montaña alavesa, potro de la montaña alavesa, aceites, cervezas y sal de Salinas de Añana.
La inauguración del encuentro tuvo lugar a las 10:00 horas por las autoridades locales arropados por la delegación alavesa y una veintena de nutricionistas y profesionales de la medicina alímentaria que iban a participar en estas maratonianas jornadas a las que asistieron miles de personas a las conferencias programadas.
A lo largo del día fuimos presentando todos nuestros productos su elaboración y las bondades de nuestra tierra.
Fueron muchos los elogios de los que degustaron estos productos, que se quedaron cortos, a través de los pinchos que los voluntarios y voluntarias de Slow Food Araba-Álava propusieron a cuantos se acercaron al ferial. Nos acompañaron los anfitriones del Feria de Slow Terras de Lleida encabezados por Josep Puy y el Presidente de la Asociación de Periodistas y Crítico Gastronómico Rafael Gimena). Desde aquí el agradecimiento a los que habéis colaborado, como siempre, con la profesionalidad que os caracteriza y como no gracias a los productores por el esfuerzo que significa dejar los quehaceres diarios y realizar estos desplazamientos.