El tradicional sacrificio de los cerdos con el que muchas personas se proveían de embutidos y carne para casi todo el año, no hace mucho tiempo, se identificaba con San Martín. En su lugar ha quedado una fiesta tan fantástica como la que conviertió, el diez de noviembre de 2013, a Santa Cruz de Campezo y a la Montaña Alavesa en el destino de miles de personas, cerca de diez mil, según la Organización.
A pesar de la incertidumbre de la meteorología, las calles de esta localidad se llenaron de visitantes que tuvieron la ocasión de conocer de primera mano la gastronomía, los productos de la Montaña, el deporte rural, la artesanía, exhibición de bolillos, concursos gastronómicos, hinchables para los más pequeños y otras actividades culturales, además de familiarizarse con la cabaña alavesa. Tampoco faltó la exhibición de doma de animales y las muestras de maquinaria agrícola en miniatura, que se acompañaron de la habitual animación musical por las calles.
La fiesta comenzó oficialmente a las doce de la mañana con la recepción de autoridades; pero para esa hora los productores ya estaban al pie del cañón y equipo de cocina de Slow Food se afanaban en dar el último toque a la carne de potro de la Montaña Alavesa (en esta ocasión como albóndigas al vino tinto de Rioja Alavesa); este producto cada vez más conocido y valorado entre nuestra gente tiene unas características organolépticas envidiables que hacen del mismo una de nuestras joyas gastronómicas. Muchos fueron los que nos preguntaron por la particularidad de esta carne y manera de elaboración.
La montaña alavesa es una comarca que agrupa a más de 50 pequeños pueblos en el País Vasco, colindante con Navarra, Castilla y La Rioja en el norte de España.
Las yeguas de monte presentes desde tiempo inmemorial siempre fueron el nexo de unión entre pueblo y montaña. Las pequeñas yeguas de escasa conformación que pastaban durante todo el año sin apenas atención del ganadero dieron paso en la primera mitad del siglo XX a animales mejor conformados para las tareas agrícolas mediante cruzamientos y selección de los ganaderos hasta obtener el reconocimiento oficial mediante la publicación de la reglamentación especifica del “Caballo de Monte” en el Boletín Ofical del País Vasco de 16 agosto de 1999. Esta reconocida en la Unión Europea como raza en peligro de extinción.
En la actualidad las yeguas y sus crías siguen pastando libremente en montes comunitarios. Los potros nacidos en libertad, son alimentados únicamente con la leche de sus madres hasta su destete con unos seis meses de edad. Una vez destetados son alimentados con pastos, forrajes y cereales hasta alcanzar 12-16 meses de edad. Las canales de potro tienen un peso medio de 165 Kg.
La carne de potro es tierna, baja en grasas y rica en hierro y glucógeno. Estas características la hacen idónea para una dieta sana y equilibrada. Consumir esta carne no es solo degustar un producto saludable y bueno; es contribuir al mantenimiento de una ganadería respetuosa con el medio ambiente y con el bienestar de los animales, es contribuir al sostenimiento de una Comarca con hondas raíces culturales que anhela un desarrollo respetuoso con su pasado.
En esta ocasión los animales sacrificados para la degustación procedian de Raúl Rituerto, productor de Azáceta en ecológico y de Víctor López productor de Okina y colaboradores habituales con la Comunidad del Alimento de la Carne de potro de Slow Food. Así que fue una estupenda oportunidad para poner en valor este producto que junto al resto de la comarca (mieles, trufas, quesos, morcillas, patatas, incluso la sidra se va haciendo un sitio en la misma) se deben convertir en alimentos preceptivos en todas nuestras casas.