Continuando con las visitas a productores, el 16 de octubre de 2011, decidimos ver la Bodega Biodinámica Aroa, que elabora caldos ecológicos, situada cerca de Zurukuain (Navarra.ya en el siglo I, los romanos guardaban el vino en una bodega llamada “cella vinaria”, sita en Arellano, y lo hacían en grandes tinajas llamadas “dolias”. Al parecer en esta bodega se almacenaban unas 90 dolias con capacidad de 800 litros cada una de ellas. Existían “lacus”, lagares donde aplastaban la uva y fermentaban el mosto, y otro espacio llamado “fumarium”, donde al parecer calentaban el espacio para acelerar las fermentaciones si era necesario. Tenían ritos en torno al vino, llamados “vinarias”, así el 23 de Abril se celebraba la “vinaria priora” donde se degustaba el vino nuevo del año. La “vinaria rustica”, se celebraba el 19 de Agosto, y se pedía a los dioses protección para la cosecha venidera. El 11 de Octubre, era la fecha para la “vinaria meditrinalia”, si bien era fecha movible, porque dependía como ahora, del clima y marcaba el comienzo de la vendimia.
Han pasado muchos siglos, y las viñas se han mantenido hasta los años 70-80, época donde se arrancó de forma notable para dejar paso a campos de cereal.
AROA nació en el año 1998 y es el fruto del esfuerzo por recuperar una actividad milenaria del valle Deierri, una actividad muy ligada a la tierra, como es la viticultura.
La primera imagen que recibimos la llegar al lugar es el de un bonito edificio en una pequeña colina con unas vistas excepcionales, desde la sierra de Urbasa al Moncayo pasando por la sierra Andia.
El edificio obra del arquitecto Jose Luis Rezano, está semienterrado de Norte a Sur para controlar la temperatura, que fluctua apenas 8 grados de verano a invierno. El diseño está realizado con madera tropical pesada que va alterando el color hasta llegar al color de la cepa; su cornisa serpenteante intenta emular los caminos que desde la colina se divisan por el valle.
Allí nos recibió Cristina Rodriguez Jiménez, Responsable de Enoturismo y Restauración y Sommelier del Restaurante Entregarnachas, quién nos realizó una foto para su web. Disfrutando de las vistas desde la Terraza llegó el enólogo de la empresa Iñaki, quien nos indicó que estaban en plena campaña de vendimia; nos encontramos en una bodega de reciente construcción pero Aroa lleva 12 años realizando vinos en otras instalaciones; en 2010 comenzaron a vinificar en la nueva situada en Tierra Estella (zona central de Navarra), en la que domina actualmente cereal.
20 hectáreas de agricultura ecológica buscando obtener unos frutos que luego se van a expresar en el vino de una manera fiel, sin químicas, sin manipulaciones y por supuesto contribuyen a la protección del medio ambiente. Consideran, dentro de la filosofía ecologista y desde tiempos ancestrales, la tierra es La madre tierra, por lo tanto tratan de devolver a la tierra el alimento que necesita de una manera natural, con el mismo producto que La Madre Tierra nos da. Un detalle es que pican los sarmientos para compostar junto con los rapones y hollejos de la uva y otros productos orgánicos para obtener el abono natural que la misma necesita.
Las calles entre las filas de plantas las dejan con un manto vegetal, una sí y otra no, siguiendo una alternancia anual. El sistema de la plantación es en espalderas, las plantas están orientadas norte/sur.
Trabajan de manera preventiva no curativa (maceraciones realizadas con cola caballo y ortigas); este año han entrado en producción 4 hectáreas más con lo que ya tinenen 20; las variedades que producen son cabernet souvignon, merlot, tempranillo y garnacha, principalmente.
Son unas tierras frescas, las viñas no son regadas nunca con lo que las raíces tienen que ahondar más buscando la humedad y por lo tanto también se benefician de la mineralización de las capas más profundas. La zona de clima seco favorece mucho este tipo de agricultura ecológica.
El certificado ecológico les obliga a pasar severos controles tanto de campo como de bodega. Después de esta breve introducción iniciamos la visita a las instalaciones.
El bello edificio es de cuatro alturas, forrado de madera dos plantas visibles y dos de bodega. Recogen el agua de lluvia en un tanque de 40 000 litros para hacer los tratamientos de los viñedos y regar dos cubiertas que tienen con manto vegetal.
La primera lección es recoger la uva que en esta pequeña explotación se realiza a mano y con sumo cuidado en pequeños remolques especiales (2000 kg.) para descargar en una pequeña tolva muy lentamente (90 minutos) que permite seleccionar y limpiar los racimos; esta labor se facilita mucho también por la cercanía de las viñas con la bodega.
Llegamos a la sala de tanques de fermentación en plena faena de trabajo, lo que nos permitió observar detalles que no habíamos visto en otras bodegas, como la propia fermentación.
Como en las modernas instalaciones dispone de control electrónico de temperatura. Llama la atención la luz natural que dispone esta sala; el techo está aislado por la citada cubierta vegetal.
El producto lleva en los depósitos 7 días pero los primeros 5 días lo mantienen en frío a 14 grados para que no fermente, propiciando que el alcohol no elimine algunos aromas que de otra manera se perderían.
Otro de los procesos que pudimos observar en directo fue el remontado; sacar el líquido que está en la parte inferior del depósito y subirlo a la parte superior para que se mezcle con el sombrero formado por las pieles y hollejos que están en la superficie por efecto del CO2 desprendido en la fermentación.
Acto seguido probamos el mosto, todavía con un grado de azúcar muy alto sin prácticamente alcohol (también cata novedosa en relación a otras visitas dada la fecha de la misma).
La comparativa vino con un caldo ya criado mientras Iñaki nos daba datos como el éxito reciente al elaborar el año pasado por primera vez un rosado de alta calidad utilizando la técnica del sangrado.
Nos dirigimos a una coqueta sala de barricas, a través de la planta embotelladora. Casi todas las barricas son de roble francés aunque algunas son de roble navarro, rumanía, americano o mezcla de americano y francés con las que van experimentando hasta lograr el objetivo deseado por el enólogo. Las barricas, de 225 litros y 5 años de vida, tienen un tueste en grado medio y bajo para relizar el coupage deseado para las 12 000 botellas que elabora Aroa
Durante toda la visita pudimos apreciar el interés por las cosas bien hechas y respetuosas con el medio.
Realizada la parte teórica pasamos a la práctica donde pudimos degustar algunos de sus caldos acompañados de productos de la tierra muy bien elaborados y presentados con gusto (embutidos, verduras, legumbres y hasta toro de lidia de la última feria de San Fermín); recibimos un trato excelente tanto por el jefe de cocina Antonio Ramírez y de Cristina Rodríguez y todo el equipo de Aroa Bodegas & Entregarnatxas Restaurante. De sus vinos podemos decir que el AROA Mutiko es un vino limpio y brillante, alta capa bien sostenida. Dominan los tonos burdeos intensos, cereza con un bonito ribete entre grana y violeta. Muy vistoso. La primera impresión es de frutas (moras, melocotón) y delicados matices florales. Tras unos minutos de aireación, se desarrollan nuevos aromas fructuosos, apoyados por el regaliz. El paso en boca es agradable y agil, gustoso y de estructura media. Final de boca sabroso, que engarza con una fructosa persistencia.
El AROA Jauna Crianza presenta un bello color oscuro, entre cereza y granate, de tonalidad viva y alegre, de aroma franco, directo, marcado por notas de fruta de hueso ( cereza), balsámicos muy finos y un final cremoso y especiado. La evolución es muy favorable por la perfecta armonía existente entre el alcohol y la acidez. El final está bien resuelto, destacando la sensación de fresca carnosidad. Vino moderno y apetitoso. El AROA Gorena Reserva es la estrella de la bodega y podemos decir de él que posee una tonalidad a caballo entre púrpura y garanza, rica en matices profundos con reflejos carmín y tierras sienas tostadas. En nariz es fino, elegante y especiada. La patente frutosidad de este vino engarza con notas de pimienta de Jamaica, nuez moscada y clavo. En boca es de sabroso ataque, honrado y franco. Tanino armónico, redondo y gustoso. Vino de “trago largo”, nada cansino, maravilloso acompañante para toda una comida. Imposible que quede algo en la botella.