Continuando con el trabajo de difundir una alimentación sana y saludable, entre los niños, Slow Food Araba-Álava realizó el pasado viernes día 27 a las 15:00 horas un taller de cocina, en el marco de la Jaia-Fiesta del Colegio Ibaiondo de Lakua.
Ya hace unos años que inauguró su huerto escolar y es ahora el momento de poner esos alimentos en la mesa y recoger los frutos de este modelo educativo integral.
De la mano de Maite González a la cabeza y un nutrido número de voluntarios de Slow Food Araba-Álava los niños recolectaron productos del huerto, aprendieron a transformarlos y fueron motivo del alimento de su menudo epigástrio. Más de 700 alumnos y padres de los mismos disfrutaron de una pasta ecológica con frutos del citado huerto.
Las jóvenes generaciones, y los niños en particular, corren el riesgo de perder, además de sus vínculos con el territorio y su relación con las estaciones, el sentido mismo del acto de alimentarse. Por ello surgen estos talleres-cocina como instrumento para divulgar la cultura de la comida y para desarrollar los sentidos con esos alimentos.
El taller comenzó en el propio huerto donde Maite explicó a los niños qué productos iban a utilizar para hacer un estupendo plato. Junto a Maite estuvieron Apicius, Toño, Marijose, Clauidio, Pilar, Eli y Karmenmari, que acabaron cansados pero satisfechos de ver las sonrisas de quienes pronto abanderarán una alimentación saludable y sostenible.
Somos concientes que la dieta actual de los niños europeos produce efectos nocivos en su salud y es objeto de grandes preocupaciones. Europa está afrontando una epidemia de obesidad: la mitad de su población adulta y el 20% de los niños tienen sobrepeso, y el número de niños obesos aumenta en 400.000 unidades cada año. La nutrición excesiva parece que agrava algunas enfermedades muy comunes como la diabetes, el cáncer y las cardiopatías.
Por otra parte, la malnutrición infantil se ha duplicado y la anemia entre los niños en edad preescolar representa un nuevo desafío a afrontar en Europa. En otros países, sobre todo en la Europa del Este se ven afectados por una alimentación insuficiente y la obesidad.
El sistema alimentario moderno influencia los modelos de consumo, produciendo, por ejemplo, un más alto consumo de platos preparados y una mayor asistencia a las cadenas de fast food. La globalización reduce drásticamente la posibilidad de aprovisionarse de alimentos locales, y la velocidad de nuestra vida impide un conocimiento más profundo del mundo que nos rodea.
Desafortunadamente, esta tendencia parece aumentar en las jóvenes generaciones, entre las cuales el consumo de alimentos poco saludables y la reducción de la actividad física son tendencias cada vez más recurrentes. Los jóvenes, además, corren el riesgo de perder el contacto con el campo y las estaciones del año, y de no comprender el significado real del acto de comer.
Optar por un estilo de vida más sano es fundamental para reducir los problemas de salud, vinculados a dietas desequilibradas, y sus costes públicos. Este factor podría contribuir a mejorar la economía local y la sostenibilidad ambiental.
La alimentación buena significa placer y una mejor calidad de vida para nuestras sociedades. Por eso, las instituciones y las escuelas tienen una doble responsabilidad en la tarea de mejorar los hábitos alimentarios: suministrar educación alimentaria y del gusto a los jóvenes europeos y sostener la agricultura de pequeña escala. Slow Food considera que sólo un enfoque integrado, que incluya a todos los sectores relevantes de la cadena (agricultura, planificación urbana, educación), será eficaz para mejorar y restablecer un equilibrio más sano.