Con el objetivo de apoyar y emprender prácticas de escala local, de cuidar de la propia casa, del propio territorio, fomentando procesos virtuosos o enriqueciendo los ya existentes, volvemos a estar en este marco mensual del Mercado de la Almendra, con un espacio diferenciado valorizando nuestros productos locales e intentando concienciar a los coproductores (consumidores) de la importancia de tener conocimiento tanto en el ámbito de la producción de alimentos como en el de la distribución o en el de las decisiones que debemos tomar cuando hacemos la compra, siendo conscientes de que en una dimensión local es más fácil devenir coproductores.
Intentamos ayudar a los productores para que se vean gratificados, remunerados por una compensación justa, y para que sus condiciones de vida sean dignas. Actuamos, también, para que los coproductores puedan comprar a precios justos tanto para ellos como para los productores. La mejor forma de fomentar los pequeños grandes cambios que auspiciamos es partir de nuestras vidas, de nuestros comportamientos, de la relación que tenemos con el territorio y las personas que lo habitan.
A nivel productivo la pequeña escala es, además, aquello que siempre hemos de apoyar, porque la producción de dimensión local, principalmente para la propia comunidad, será el futuro de los sistemas agrícolas. Se trata de un modo de producir que, al ser practicado por quien cuida del territorio, está en condiciones de salvar las razas animales y las variedades vegetales autóctonas y, por tanto, la biodiversidad. Las economías locales de pequeña escala son lugares de difusión y conservación del conocimiento, de formación de identidad, de afirmación de los individuos y de las comunidades.
La montaña alavesa es una comarca que agrupa a más de 50 pequeños pueblos en el País Vasco, colindante con Navarra, Castilla y La Rioja en el norte de España.
Las yeguas de monte presentes desde tiempo inmemorial siempre fueron el nexo de unión entre pueblo y montaña. Las pequeñas yeguas de escasa conformación que pastaban durante todo el año sin apenas atención del ganadero dieron paso en la primera mitad del siglo XX a animales mejor conformados para las tareas agrícolas mediante cruzamientos y selección de los ganaderos hasta obtener el reconocimiento oficial mediante la publicación de la reglamentación especifica del “Caballo de Monte” en el Boletín Ofical del País Vasco de 16 agosto de 1999. Esta reconocida en la Unión Europea como raza en peligro de extinción.
En la actualidad las yeguas y sus crías siguen pastando libremente en montes comunitarios. Los potros nacidos en libertad, son alimentados únicamente con la leche de sus madres hasta su destete con unos seis meses de edad. Una vez destetados son alimentados con pastos, forrajes y cereales hasta alcanzar 12-16 meses de edad. Las canales de potro tienen un peso medio de 165 kg.
La carne de potro es tierna, baja en grasas y rica en hierro y glucógeno. Estas características la hacen idónea para una dieta sana y equilibrada. Consumir esta carne no es solo degustar un producto saludable y bueno; es contribuir al mantenimiento de una ganadería respetuosa con el medio ambiente y con el bienestar de los animales, es contribuir al sostenimiento de una comarca con hondas raíces culturales que anhela un desarrollo respetuoso con su pasado.
COMUNIDAD DEL ALIMENTO DE LA CARNE DE POTRO
Se constituyó, de la mano de Slow Food Araba, en el año 2006 con la filosofía de hacer “coproductores”. Esta formada por ganaderos y 150 familias de consumidores que buscan nuevas iniciativas para la comercialización próxima y consumo en fresco o congelado de esta carne. Víctor López, ganadero de Okina, después de sacrificar en matadero y preparar envases etiquetados de diferentes tipos de carne (chuletas, filetes, carne de guisar y picada) en un lote de 4 – 5 kg., lo distribuye entre los coproductores interesados que se ponen en relación personal con él o la comunidad ZALMENDI (zalmendi(a)gmail.com). Con este sistema de venta no solo se consigue una estrecha relación entre productor y consumidor, sino que garantiza el consumo de un alimento bueno, justo y limpio. Bueno por su calidad intrínseca, justo por su precio y limpio por su origen conocido y natural.
Con estos objetivos y la promocionar esta carne y esta Comunidad del Alimento nos desplazamos a la Plaza de las Brullerías para ofrecer una degustación de carpaccio de potro con laskas de Artzai-Gazta, aceite Arróniz de Rioja Alavesa, sal de Salinas de Añana y trufa negra de Álava que tuvo una gran acogida y propició la adscripción de nuevos compromisarios con la comunidad del alimento.