Por segundo año consecutivo, Rivabellosa acogió, los días 20 a 22 de enero de 2017, la Feria Internacional de la Trufa Negra. En la misma se pudo disfrutar del II Concurso de Pintxos Trufados, conferencias, la tradicional subasta de trufa negra solidaria, exhibición de búsqueda con perro, etc. Este año ha contado como país invitado a Italia y la presencia de Gregori Gian Luigi, responsable del Centro Experimental de Trufa de Vadese.
En unas jornadas festivas como estas no podían faltar ni el cooking show ni los hinchables para los pequeños todo ello amenizado por la fanfarre Sei-Gurpil.
Tampoco podía faltar el stand de Slow Food Araba difundiendo, una vez más, su filosofía y acercando el mundo de la trufa a los visitantes.
Unas jornadas dedicadas a conocer todos los secretos de esta joya alavesa. Tuber melanosporum vitt. Hongo ricorrizógeno de la clase Ascomycetes, lo que significa que sus esporas reproductoras, se encuentran introducidas en ascas (sacos), pertenece al orden Pezizales (anteriormente Discomycetes), familia Tuberaceae. El carpóforo o cuerpo fructífero de las trufas es hipogeo (subterráneo), tiene forma de un tubérculo globuloso, irregular, de 2 a 5 (10) cm de diámetro, cuyo peso varía de 30-40 hasta más de 200-300 gramos. La pared externa o peridio, distingue las trufas blancas (de superficie lisa o rugosa), Tuber magnatum vitt, de las Trufas negras.
Desde tiempo inmeriorial se ha recogido en el territorio alavés, trufa de verano (Tuber aestivium) y trufa negra de invierno (Tuber melanospporum vitt), aunque nunca se le había dado mucha importancia a esta actividad. La trufa de verano, de menor calidad y bajo precio, ha sido apreciada como alimento prácticamente sólo en épocas de escasez, tal como relatan algunos lugareños de la zona. Hoy en día, este tipo de trufa se da de forma natural junto a encinas y robles.
La trufa negra de invierno es, sin embargo, de alta calidad y muy cotizada en el mercado por su elevado nivel gastronómico. Fue a comienzos del siglo XX cuando buscadores de Cataluña y Aragón se desplazaron a la zona de la Montaña Alavesa en busca de esta trufa negra, interesándose por su excelente calidad. Pero no fue hasta principios de la década de los 90 cuando, en el ámbito del programa europeo 5B, se comenzó a reflexionar sobre la posibilidad de aprovechamiento de este hongo. La filosofía del desarrollo rural en las zonas más despobladas y en claro declive socio-económico, encontró en este producto una posibilidad de futuro.
Un futuro que se va haciendo realidad a través de quienes la han conocido mejor en Rivabellosa.
Gracias a los voluntarios y voluntarias que, en estas gélidas jornadas, han estado al pié del cañón ofreciendo, además de nuestra filosofía, una exquisita degustación de patata alavesa, aceite Arróniz, sal de Salinas de Añana y como no trufa negra de la Montaña Alavesa.