En pleno invierno llega la eclosión de las preciadas trufas negras. Para descubrirlo lo hemos tenido fácil con sólo acercarnos a la localidad de Rivabellosa donde se ha celebrado la I FERIA INTERNACIONAL DE LA TRUFA DE ÁLAVA, un encuentro obligado no sólo para la truficultura, sino también para los amantes de la mejor gastronomía. Esta feria se ha desarrollado los días 26,25 y 27 de febrero de 2016, en la citada localidad donde hemos podido participar en diferentes actividades como el pintxo-pote trufado, por los establecimientos hosteleros de Rivabellosa, el concurso de pintxos trufados, conferencia a Cargo del experto Dr. Xavier Vilanova, coautor del libro Cultivar trufas: Una realidad en expansión. Concurso y premio a la trufa de mejor aroma donde hemos estado como jurado, exhibición de búsqueda de trufa con perro, cocina en directo y todo ello animado por la Fanfarre Sei Gurpil.
A pesar de las adversas condiciones climatológicas un nutrido número de visitantes nos dimos cita en Rivabellosa para ensalzar un producto de nuestra tierra que, aunque todavía desconocido, se esta abriendo camino a pasos agigantados en nuestros platos, por su calidad y excelencia. Hablamos de la trufa negra de la Montaña Alavesa, Tuber melanosporum, joya de nuestro patrimonio alimentario que, poco a poco, está viendo la luz y el lugar que le corresponde en nuestra gastronomía y en nuestras mesas.
Como no podía ser de otra manera, Slow Food Araba-Álava estuvo presente con su stand promocionando nuestro producto y aleccionando a cuantos se acercaron al mismo sobre la filosofía de nuestra Organización y sobre el trabajo que se está desarrollando. Es gratificante observar que los que se acercan a nuestro stand ya conocen nuestra asociación y la preguntas van orientadas a conocer nuestros objetivos próximos y al trabajo programado para los próximos meses. Tuvimos la oportunidad de realizar más adhesiones que, sin ninguna duda, nos aportarán más savia nueva y nuevos impulsos en nuestra cruzada por la sana alimentación y por la producción responsable.
Poco después de las 16:00 horas del sábado 27 quedaba abierto el mercado de productos artesanales locales en un espacio adecuado al cobijo del frío exterior que proporcionó estupendas compras a los visitantes y excelentes ventas a los productores que se atrevieron con la nieve y el frío. Quesos, morcillas de Montaña, aceite de oliva virgen, utensilios de madera artesanales, miel de Antoñana, vinos, embutidos, txakolí de Álava, frutas, hortalizas ecológicas, legumbres, bollería, pastelería de Euskadi y un sinfín de productos fueron las estrellas de la jornada en el mercado.
En el frontón de la localidad se realizaron unas magistrales lecciones gastronómicas de utilización de la trufa, anfitriona de la jornada.
Una jornada dedicada a conocer todos los secretos de esta joya alavesa. Tuber melanosporum vitt. Hongo ricorrizógeno de la clase Ascomycetes, lo que significa que sus esporas reproductoras, se encuentran introducidas en ascas (sacos), pertenece al orden Pezizales (anteriormente Discomycetes), amilia Tuberaceae. El carpóforo o cuerpo fructífero de las trufas es hipogeo (subterráneo), tiene forma de un tubérculo globuloso, irregular, de 2 a 5 (10) cm de diámetro, cuyo peso varía de 30-40 hasta más de 200-300 gramos. La pared externa o peridio, distingue las Trufas blancas (de superficie lisa o rugosa), Tuber magnatum vitt, de las Trufas negras.
Desde tiempo inmeriorial se ha recogido en el territorio alavés, trufa de verano (Tuber aestivium) y trufa negra de invierno (Tuber melanospporum vitt), aunque nunca se le había dado mucha importancia a esta actividad. La trufa de verano, de menor calidad y bajo precio, ha sido apreciada como alimento prácticamente sólo en épocas de escasez, tal como relatan algunos lugareños de la zona. Hoy en día, este tipo de trufa se da de forma natural junto a encinas y robles. La trufa negra de invierno es, sin embargo, de alta calidad y muy cotizada en el mercado por su elevado nivel gastronómico. Fue a comienzos del siglo XX cuando buscadores de Cataluña y Aragón se desplazaron a la zona de la Montaña Alavesa en busca de esta trufa negra, interesándose por su excelente calidad. Pero no fue hasta principios de la década de los 90 cuando, en el ámbito del programa europeo 5B, se comenzó a reflexionar sobre la posibilidad de aprovechamiento de este hongo. La filosofía del desarrollo rural en las zonas más despobladas y en claro declive socio-económico, encontró en este producto una posibilidad de futuro.
Un futuro que se va haciendo realidad a través de quienes la han conocido mejor en Rivabellosa.