La dieta actual de los niños europeos produce efectos nocivos en su salud y es objeto de grandes preocupaciones. Europa está afrontando una epidemia de obesidad: la mitad de su población adulta y el 20% de los niños tienen sobrepeso, y el número de niños obesos aumenta en 400.000 unidades cada año. La nutrición excesiva parece que agrava algunas enfermedades muy comunes como la diabetes, el cáncer y las cardiopatías.
Por otra parte, la malnutrición infantil se ha duplicado y la anemia entre los niños en edad preescolar representa un nuevo desafío a afrontar en Europa. En otros países, sobre todo en la Europa del Este se ven afectados por una alimentación insuficiente y la obesidad.
El sistema alimentario moderno influencia los modelos de consumo, produciendo, por ejemplo, un más alto consumo de platos preparados y una mayor asistencia a las cadenas de fast food. La globalización reduce drásticamente la posibilidad de aprovisionarse de alimentos locales, y la velocidad de nuestra vida impide un conocimiento más profundo del mundo que nos rodea.
Desafortunadamente, esta tendencia parece aumentar en las jóvenes generaciones, entre las cuales el consumo de alimentos poco saludables y la reducción de la actividad física son tendencias cada vez más recurrentes. Los jóvenes, además, corren el riesgo de perder el contacto con el campo y las estaciones del año, y de no comprender el significado real del acto de comer.
La alimentación buena significa placer y una mejor calidad de vida para nuestras sociedades. Por eso, las instituciones y las escuelas tienen una doble responsabilidad en la tarea de mejorar los hábitos alimentarios: suministrar educación alimentaria y del gusto a los jóvenes europeos y sostener la agricultura de pequeña escala. Slow Food considera que sólo un enfoque integrado, que incluya a todos los sectores relevantes de la cadena (agricultura, planificación urbana, educación), será eficaz para mejorar y restablecer un equilibrio más sano.
En este marco y asumiendo la citada realidad Slow Food se implica e intenta trasmitir valores que considera imprescindibles en nuestra sociedad. Dentro de esta línea el pasado 25 de abril de 2013, en el Colegio-Ikastetxea La Inmaculada se realizaron una serie de talleres de cocina y huerto por el que pasaron más de una centena de jóvenes entre 12 y 16 años; en los mismos se puso en práctica la siembra y plantación de huertos, se habló de alimentación saludable y como no se cocinaron dos platos con los productos de su huerto escolar y otro de frutas que convirtieron la mañana en una didáctica jornada donde todos aprendieron disfrutando. El comentario del equipo de voluntarios de Slow Food (Apicius, Iñaki, Mª Feli, Elena, Fernando, Javi y Maite) coincidían en la inquietud, curiosidad y sobre todo la responsabilidad demostrada por los alumnos y alumnas ante temas que no hace tiempo podrían considerarse banales. Una buena señal que augura la mejora en nuestra alimentación y conservación de nuestro planeta.