Creo que existen extraordinarios paralelismos entre la nueva política del alimento que impulsan Slow Food y las comunidades de Terra Madre, y la política energética para el futuro que, por su parte, promueve Jeremy Rifkin, basada en las energías renovables. Lo he podido constatar en persona en un encuentro mutuo que más tarde dio pie a un largo artículo. Rifkin no habla de una tercera revolución industrial casualmente y yo en 2008 me dirigí a la asamblea plenaria de Terra Madre utilizando justo estas palabras: «Ustedes serán los protagonistas de la tercera revolución industrial».
La comida es en el fondo la energía de la vida, y la producción de alimentos, así como la de energía, se nos revelan hoy como los dos sistemas más insostenibles que haya creado el hombre en este planeta.
Una parte de la culpa de tal insostenibilidad reside en el hecho de haber tratado de centralizar algo que, sin embargo, en la naturaleza, y por naturaleza, está difuso. Por ejemplo, las fuentes de energía que utilizamos como el petróleo, el carbón y el uranio, se encuentran en algunos puntos precisos de la Tierra tan sólo, y se hace necesario construir grandes infraestructuras para extraerlas, defenderlas y distribuirlas: son efímeras, generan contaminación y resultan muy caras. Y otro tanto ocurre con el alimento: un sistema basado en el gran poder de unas pocas multinacionales centraliza y acapara semillas, monocultivos, ganaderías, equipos de transformación, para después distribuir comida a todo el planeta con unas consecuencias dietéticas, económicas, sociales y ecológicas que muy bien conocemos.
Al igual que fuentes de energía renovables como el sol, el aire o el agua, el alimento se encuentra potencialmente en cualquier lugar del planeta, difundido localmente en cualquier metro cuadrado de terreno cultivable; y he ahí el principal paralelismo: la necesidad de pasar de sistemas fuertemente centralizados a sistemas difusos, locales y democráticos.
Por eso las comunidades de Terra Madre, los convivium de Slow Food, pueden devenir motores de una tercera revolución; por eso personificamos una vanguardia que el mismo Rikfin no ha vacilado en definir “lo que ayudará a acabar la guerra que el hombre ha emprendido contra la naturaleza”.
Miramos al pasado pero nos proyectamos hacia el futuro: pocos en el mundo pueden decir que poseen esta fuerza.
Carlo Petrini
Presidente de Slow Food Internacional