Tal y como referían los periódicos a primeros de febrero, ha muerto la señora Boa Sr, 85 años. Era el último ser humano que hablaba la lengua “bo”, una de las diez conocidas en las Islas Andamane y Nicobar, situadas en el golfo de Bengala no muy lejos de Birmania. Con ella desaparece para siempre una forma de expresarse.
Esta “extinción cultural” no es un fenómeno raro: según los lingüistas existen cerca de 7.000 lenguas en el mundo, y de éstas, 5.900 son habladas sólo por un 3% de las poblaciones del planeta. Lenguas en peligro de extinción que nos podrían decir tanto sobre quién es el hombre, sobre su relación con el ambiente, sobre su cultura y evolución.
Nos hallamos frente a una pérdida de diversidad, acaso equiparable a la de la biodiversidad que Slow Food y Terra Madre combaten desde hace mucho tiempo. Además, estas lenguas en peligro están vinculadas íntimamente a las mismas sociedades rurales, tribales y campesinas que representan el alma y el cuerpo de Terra Madre.
Si Terra Madre es la casa de la diversidad, de la afirmación identitaria, del intercambio y de la apertura, de una agricultura y una gastronomía buenas, limpias y justas, no puede, por tanto, permanecer indiferente al fenómeno de la erosión del patrimonio lingüístico.
Terra Madre es el lugar ideal para intervenir o, al menos, para introducir el problema en el orden del día, discutirlo y encontrar remedios.
Por eso, estoy en grado de anticipar que el tema de las lenguas será una de las importantes novedades de la próxima edición de Terra Madre, desde el 21 hasta el 25 de octubre de 2010.
Y lo será a lo grande, a partir de la ceremonia de apertura en sesión plenaria. En este momento en que escribo la organización del acontecimiento se halla aún en una fase embrionaria, pero pensamos dejar la apertura de Terra Madre 2010 en las manos de los pueblos indígenas. No habrá intervenciones de políticos, ni de grandes pensadores o intelectuales. Los protagonistas serán algunos representantes de pueblos que se expresan con lenguajes menos internacionales.
Será su modo, nuestro modo, de exponer a la atención del mundo el hecho de que las lenguas son tantas, y variadas, expresiones de una diversidad preciosa asociada a la biodiversidad, a los saberes que defendemos, a los modos más sostenibles de estar en el mundo. .
Carlo Petrini
Presidente de Slow Food Internacional