De la mano de Javier Chaves y continuando con el trabajo de difundir una alimentación sana y saludable entre los niños, se realizó, el pasado viernes 25 de septiembre de 2020, un taller de Tierra, huerto y productos para una cocina saludable y respetuosa con el medio ambiente.
Las jóvenes generaciones, y los niños en particular, corren el riesgo de perder, además de sus vínculos con el territorio y su relación con las estaciones, el sentido mismo del acto de alimentarse. Por ello surgen estos talleres-cocina como instrumento para divulgar la cultura de la comida y para desarrollar los sentidos con esos alimentos.
Somos conscientes que la dieta actual de los niños europeos produce efectos nocivos en su salud y es objeto de grandes preocupaciones. Europa, además de la pandemia sanitaria por la Covid 19 está afrontando una epidemia de obesidad: la mitad de su población adulta y el 20% de los niños tienen sobrepeso, y el número de niños obesos aumenta en 400.000 unidades cada año. La nutrición excesiva parece que agrava algunas enfermedades muy comunes como la diabetes, el cáncer y las cardiopatías.
Por ello también a las personas menudas las tenemos que acercar a ese regreso a la Tierra que defendemos donde restablecerán una estrecha conexión entre con los productores ya dependen de ellos para su alimentación y su sustento saludable. Regreso a la Tierra puede significar, en particular entre las jóvenes generaciones, abandonar los ropajes de “consumidores” y convertirse en “coproductores”, es decir, asumir las razones de los productores “buenos, limpios y justos” y permanecer siempre conscientes de que «comer es un acto agrícola».
Y aquí nos encontramos con una palabra clave: EDUCACIÓN. Hemos de educarnos en la centralidad del alimento, y por ello en esos mismos alimentos, es decir, en la complejidad y en las conexiones. Educarnos siempre, a cualquier edad, sobre el autentico valor de los alimentos.
Por otra parte, la malnutrición infantil se ha duplicado y la anemia entre los niños en edad preescolar representa un nuevo desafío a afrontar en Europa. En otros países, sobre todo en la Europa del Este se ven afectados por una alimentación insuficiente y la obesidad.
Desafortunadamente, esta tendencia parece aumentar en las jóvenes generaciones, entre las cuales el consumo de alimentos poco saludables y la reducción de la actividad física son tendencias cada vez más recurrentes. Los jóvenes, además, corren el riesgo de perder el contacto con el campo y las estaciones del año, y de no comprender el significado real del acto de comer.
Optar por un estilo de vida más sano es fundamental para reducir los problemas de salud, vinculados a dietas desequilibradas, y sus costes públicos. Este factor podría contribuir a mejorar la economía local y la sostenibilidad ambiental.
La alimentación buena significa placer y una mejor calidad de vida para nuestras sociedades. Por eso, las instituciones y las escuelas tienen una doble responsabilidad en la tarea de mejorar los hábitos alimentarios: suministrar educación alimentaria y del gusto a los jóvenes europeos y sostener la agricultura de pequeña escala. Slow Food considera que sólo un enfoque integrado, que incluya a todos los sectores relevantes de la cadena (agricultura, planificación urbana, educación), será eficaz para mejorar y restablecer un equilibrio más sano.
Y esta labor divulgativa tuvo lugar en esta ocasión de la mano de Javier Chaves con el cariño y la emoción que sólo el sabe transmitir. Niñas, niños y adultos acompañantes agradecieron la actividad.