El tradicional sacrificio de los cerdos con el que muchas personas se proveían de embutidos y carne para casi todo el año, no hace mucho tiempo, se identificaba con San Martín. En su lugar ha quedado una fiesta tan fantástica como la de Santa Cruz de Campezo y a la Montaña Alavesa en el destino de miles de personas, cerca de diez mil, según la organización.
El 9 de noviembre de 2014, a pesar de la incertidumbre de la meteorología, las calles de esta localidad se llenaron de visitantes.
Se trataba, históricamente de una feria de ganado y productos agrícolas que ha ido ampliando su oferta a numerosos productos y actividades, feria que se recuperó en el año 1990, y que desde entonces «se ha convertido en un escaparate en el que los agricultores, ganaderos y artesanos de la zona muestran sus mejores productos».
Oportunidad para recordar la importancia del sector primario en Álava, no sólo en lo que a la gestión del territorio se refiere, sino en el mantenimiento de nuestra cultura y nuestra tradición. El «potencial» de Montaña Alavesa, que agrupa a más de 50 pequeños pueblos, y su carácter rural, agrario y turístico debe ser puesto en valor y destacar los productos de Montaña Alavesa como, por ejemplo, las legumbres, los embutidos, carnes, miel y trufa que se han podido degustar en este escenario.
Un año más, la Feria de San Martín ha contado con la tradicional exposición de ganado, artesanía, venta de productos típicos y gastronomía del País Vasco, además de demostraciones de doma, exhibición de bolillos, costuras y un concurso gastronómico.
Nuestro convivium y nuestras comunidades del alimento son lugares donde practicar y actuar a fin de que la parte de sistema viviente que nos ha sido confiada, en la que estamos inmersos, funcione de manera constructiva. El cambio, en la práctica, parte a escala local. Porque se supone que nosotros conocemos nuestro territorio, con sus límites y hasta sus mínimos detalles, que sabemos valorizar sus cualidades y corregir sus defectos, que lo sabemos comprender y también tenemos la posibilidad de permanecer vigilantes sobre él. En este contexto más natural que que podemos hacer es apoyar y emprender prácticas de escala local. Esto significa sobre todo construir economía local: cuidar de la propia casa, del propio territorio, fomentando procesos virtuosos o enriqueciendo los ya existentes. Se puede realizar en el ámbito de la producción de alimentos, de la distribución o de las decisiones cuando hacemos la compra. En una dimensión local es más fácil devenir coproductores. Debemos ayudar a los productores para que se vean gratificados, remunerados por una compensación justa, y para que sus condiciones de vida sean dignas.
Este año, también, la degustación popular se realizó a cargo de Slow Food Araba y consistió en más de 900 raciones de alubia arrocera. Excelente producto local que supieron apreciar los visitantes a esta localidad. Esperamos que más de uno generalice la compra habitual de esta joya gastronómica de la Montaña Alavesa.