El 18 de mayo de 2008, sobre las 10,15 de la mañana llegamos al Caserío Haristizábal, donde amablemente nos recibieron Xabi y Marilu, protagonistas de un modelo de vida, añorado hoy en día por casi todos.
El Caserío, que comparten con sus dos hijos, data de hace más de 400 años de antigüedad. Terminología que entienden no como un edificio, sino como un conjunto de recursos que tiene que gestionar la familia que lo habita para la perdurabilidad de un modelo de vida tradicional que entienden que hay que defender y mantener.
Con la excusa de elaborar pan nos ofrecieron una magistral clase de gestión responsable de un entorno natural que debemos cuidar para generaciones venideras. Licenciados en empresariales y en principio inclinados al cooperativismo empresarial, deciden hace 29 años volver al Caserío y a un tipo de vida cada día más olvidado pero que les reporta múltiples satisfacciones. Comenzamos presentándonos todos dentro del grupo Slow Food Araba-Álava y razonando nuestra militancia en este tipo de actividades.
Acto seguido nos pusimos manos a la obra. Xabi nos explica que básicamente actualmente se dedican a la fruticultura y a la elaboración de pan, aunque en sus inicios comenzaron con una diversificación brutal en todos los campos, tenían una explotación autogestionada pero que no generaba recursos para poder hacer las mínimas inversiones necesarias para seguir trabajando.
Realizan pan los lunes y viernes que lo venden en la zona. Realizan dos tipos de pan con centeno y trigo espelta o escanda asturiana. También realizan ensayos con variedades antiguas procedentes de Arkaute, que están demostrando que en la llanada alavesa se puede producir un excelente trigo panificable. Posteriormente nos mostró su molino que no varia de los ancestrales salvo que se alimenta de energía eléctrica de las placas solares que suministran al Caserío. Acto seguido pasamos la molienda por un cedazo o tamiz, para quitar las pieles exteriores del grano, manteniendo las interiores y germen a fin de facilitar el tracto digestivo y el intestinal.
Una vez en la artesa y con cantidades de 600 gr. de harina por 400 CC de agua, 20 gr. de sal por litro de agua, un toque de miel y otro de avellana comenzamos a amasar, añadimos el fermento madre, unos 100 gr. y seguimos amasando intentando que absorba aire y que el gluten vaya modificándose poco a poco. Terminada esta labor dejamos reposar 20/30 minutos, tiempo que empleamos en llenar nuestros epigastrios haciendo el preceptivo hamaiketako.
Seguimos el proceso volteando la masa (golpeándola con fuerza contra la artesa) a fin de que adquiera elasticidad. Volvimos a dejar fermentar la masa durante una hora aproximadamente, tiempo que dedicamos a la elaboración de las galletas ecológicas de mantequilla.
Las proporciones de los ingredientes que utilizamos fueron 1 kilo de harina de trigo integral, 500 gramos de mantequilla, 500 gramos de azúcar, 4 huevos caseros y bicarbonato.
Una vez mezclada la harina con la mantequilla de manera uniforme, añadimos el azúcar los huevos enteros, volviendo a mezclar todo hasta obtener una masa compacta y homogénea que a base de rodillo estiraremos hasta tener una superficie de 4 Mm. de grosor aproximadamente.
cortar más galletas. Ya no queda más que darle la forma deseada bien con moldes o con un poco de imaginación para dejarlas a punto de llevarlas al horno
que estará a una temperatura 220º C durante 20 minutos.
Volviendo a la masa fermentada se nos proporcionó a cada uno de los participantes en el taller una ración para darle forma al gusto de cada uno y decorar el pan final de la jornada (lauburus, caracoles, espigas y flores fueron los elegidos por los asistentes).
Esta fue la última fase de estos proyectos de pan antes de taparlos durante otra media hora e introducirlos en el horno 60 minutos. Ocasión que aprovechamos para comer en el exterior de este precioso caserío.
El menú consistió en una ensalada de verduras ecológicas del Mercado de la Tierra de Vitoria-Gasteiz, aderezada con aceite Arroníz de Rioja Alavesa y sal de Salinas de Añana. Cordero ecológico, asado al horno de leña, de Raúl Rituerto de Azáceta y Flan de huevo y leche ecológica realizado por nuestra repostera Maite González. Crianza Jaun de Alzate de Bodegas Loli Casado de la Puebla de Labarca y licores Fabián de Mariaka de Arabako Txakolina.
También tuvimos tiempo para pasear con los ponis de la explotación, utilizados como corta-césped, entre los paneles solares que proporcionan el suministro eléctrico al Caserío y los frutales soporte de la economía del mismo. Realmente una jornada didáctica, lúdica e incitadora a seguir apoyando las producciones tradicionales y el respeto al medio ambiente.